¿Y LUEGO ... QUÉ SIGUE?

Hoy por hoy priva la incertidumbre. El asunto de la inminente elevación de la tasa de interés en los Estados Unidos de Norteamérica, prácticamente trae de cabeza a las autoridades financieras mexicanas.

Recientemente, en una comparecencia del mero mero chipocludo del Banco de México, por habladas no quedó. Se dijo, se juró y se perjuró que estamos superblindados para lo que a los norteamericanos se les ocurra hacer, incluso llegó a manifestarse la puntada de la existencia de un arsenal compuesto por un titipuchal de dinero, aunque, por supuesto, ni por asomo se mencionó la posibilidad de que, si las cosas llegasen a ponerse difíciles, el tan mentado arsenal ni a pinole les sabria a los nefastos especuladores que se lo enguñirían de un bocado, y ni de broma podría detener las nefastísimas consecuencias que una acelerada salida de capitales produciría. Pero ... por supuesto que no se trata de pregonar inútiles masoquismos, sino, por el contrario, tranquilizar las ya de por sí atarantadas conciencias.

Nadie podrá negar la importancia de contar con el arsenal al que hizo referencia el encargado del Banco de México. Por supuesto que eso es muy positivo, pero ... tampoco hay que otorgarle el poder de protegernos cabalmente del terremoto financiero que se generaría si, por desgracia, llega a darse una estampida de capitales.

De que la situación está bastante compleja, ni duda cabe; al igual de que día con día se refuerza la idea de que una vez pasado el proceso electoral, nos va a llevar la puritita tiznada. Existe en el ambiente esa creencia, a la que todos nos estamos acostumbrando. Pareciese que nos estamos haciendo a la idea de que las cosas se pondrán color de hormiga cuando pasen la elecciones, y esto es muy negativo, porque a nada nos conduce, salvo a producirnos dolor nosotros mismos.

Es necesario que agarremos la onda y más que andarnos preocupando por la revolquiza que nos espera, pensemos y actuemos de manera positiva para tratar de evitarla. Aunque no haya una varita mágica capaz de indicarnos el camino a seguir, deberemos, como podamos, construir alternativas, y mientras más rápido trabajemos en tal sentido, mucho mejor será.

Tendremos, pues, que echar mano de nuestro ingenio y probar el cúmulo de posibilidades que ante nosotros se presenten, buscando actuar siempre dentro de un marco de tranquilidad y calma que nos permita clarificar opciones.

De nada nos va a servir el andar con aceleres, gritos y mentadas. Por más que nos desgañitemos buscando culpables a diestra y siniestra, poco nos servirá si no encontramos el hilo de Adriadna capaz de sacarnos del terrible laberinto de incomunicación en que estamos inmersos.

Asi pues, debemos de evitar choques y diferencias entre nosotros, que nos impidan el necesario acercamiento y sobre todo la suma y multiplicación de esfuerzos.

Es vital que tengamos muy en claro que las circunstancias actuales obligan a que nuestra prioridad sea sumar y multiplicar, y de ninguna manera dividir o restar, por lo que habremos de estar muy atentos para que el proceso electoral en marcha no produzca entre nosotros divisiones, malos entendidos o rispideces.

Asi pues, quien quiera hacer proselitismo, invitar al voto y participar en la campaña de algún candidato o partido, que lo haga; y quien prefiera mantenerse refractario a la participación electoral y busque pregonar sus ideas, que también lo haga. ¡¡¡Adelante en ambos casos!!! Pero, por favor, evitemos estériles polémicas e inútiles enfrentamientos. Ya bastante fregados estamos como para añadir a nuestra lamentable situación pleitos teóricos o sectarias rencillas. ¡¡¡Nada de eso!!! No perdamos los lazos de unión que entre nosotros existan. Tengamos en cuenta que mucho esta en juego como para hundirnos en tonterias de ese tipo.

Por lo tanto, nada de aceleres y mucho menos rollos tendientes a la violencia verbal o física. Mantener la calma, la ecuanimidad. Abrir nuestras mentes a la tolerancia es uno de los posibles caminos a seguir.

Entonces, ánimo, mucho ánimo, es lo que desde ya estamos requiriendo. Nada de derrotismos. Tranquilidad y confianza en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Tal debe ser nuestra consigna.

Mayo de 2015
Omar Cortes